lunes, 23 de mayo de 2016
Vienen más nubarrones
Las variaciones del clima y la intensificación de los eventos de lluvias y de épocas secas han mostrado la vulnerabilidad de la Sabana de Bogotá y del propio territorio de la ciudad a las inundaciones y a las sequías.
Una ciudad dispersa y desigual
En Bogotá no están muy claros ni el modelo de ciudad que se debe adoptar ni los datos sobre los cuales se sustentan las propuestas y las decisiones, aunque sí lo son las tendencias menos recomendables, pero más evidentes:
- la expansión de la ciudad,
- la conurbación con los municipios vecinos,
- la destrucción de los bosques,
- el mantenimiento de la segregación social y espacial,
- el agotamiento y la contaminación de las aguas superficiales y la profundización de los niveles freáticos,
- la invasión de los cerros,
- la intensificación de las prácticas extractivas.
Un mal vecino
La falta de visión y de voluntad política para asumir los riesgos de construir una ciudad compacta se pone de presente en los macroproyectos por fuera de la ciudad, sobrecargando territorios rurales y semiurbanos mal preparados para recibir de un golpe el doble de su población: un impacto ambiental irreversible e innecesario.
Un ejemplo concreto: Tunjuelito
Desde los años cincuenta, el suroriente de la ciudad se convirtió en zona de desastres: la práctica irresponsable y agresiva de la explotación minera en el cauce del río Tunjuelito convirtió a esta región de paisajes hermosos, grandes posibilidades de servicios ambientales y de agua para el sur de la ciudad y de la región, en una zona de alto riesgo sometida a inundaciones y a deslizamientos en masa.
miren este video
https://www.youtube.com/watch?v=e8qeFaRlDos
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